LA ESPIRITUALIDAD

De una forma ágil y, al mismo tiempo, austera, los Siervos del Sufrimiento fundan su propia vida espiritual sobre la Palabra de Dios, que se vuelve conocimiento de la verdad y se manifiesta plenamente en la cruz de Cristo.

Ellos aman de manera incondicionada a la Iglesia, madre atenta y garantía de fecundidad para su servicio y apostolado.  Están convencidos que entregar la vida por la Iglesia es vocación divina.

Tienen una íntima relación con la Santa Misa, que continúa en el tiempo en el servicio al sufrimiento, y una fuerte devoción a la Madre de Jesús, esclava del Señor en sentido pleno.

María es la sierva perfecta del sufrimiento y el modelo a imitar y honrar con la recitación del Santo Rosario, oración tan querida por ella.

Entre las otras formas de piedad, indispensables para una espiritualidad fuerte y robusta, los Siervos del Sufrimiento realizan la meditación cotidiana como una estabilidad de vida y un testimonio eficaz en el mundo, el ayuno y el “Vía Crucis” semanal con el fin de vivir más intensamente la pasión y la muerte de Jesús, la confesión frecuente y la dirección espiritual para custodiar y enriquecer la propia vocación, la Liturgia de las Horas para rezar unidos a toda la Iglesia, el retiro mensual para vivir con fervor el propio carisma, los ejercicios espirituales para una profunda revisión de vida.

De esta forma, los Siervos del Sufrimiento intentan asimilarse gradualmente a Cristo, para vivir su misterio y su misión.