EL CARISMA

"Completo en mi carne aquello que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su cuerpo que es la Iglesia” (Col. 1, 24).  Con estas palabras del Beato Juan Pablo II abre la “Salvifici Doloris”, citada en nuestras Constituciones en el art.3.  Por sufrimiento no debemos entender sólo el sufrimiento físico, la enfermedad, el sufrimiento del cuerpo.  El terreno del sufrimiento humano es mucho más amplio.

Pero, ¿por qué el sufrimiento?  Cristo dio la respuesta al interrogatorio sobre el sufrimiento y al sentido del sufrimiento.  “Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo.” (SD, n. 19).

Leyendo estas palabras de Juan Pablo II es inmediata la llamada en el art.2 de nuestras Constituciones: “... Los Siervos del Sufrimiento hacen propios los comportamientos con los cuales Cristo abrazó el sufrimiento para hacer entrega a los hermanos de Sus consolaciones”.  La originalidad de nuestro Carisma consiste en proponer de nuevo el valor intrínseco del sufrimiento, en el anunciar a todos el “Evangelio superior” del sufrimiento.

El sufrimiento es un valor.  Nos lo enseñó y testimonió Jesús: para darnos de nuevo la vida sufrió y murió en cruz.  También nosotros estamos llamados a santificar el sufrimiento, a ofrecer nuestra vida al servicio del sufrimiento de los hermanos.

Esta es la vocación de los Siervos del Sufrimiento.  De tal forma, ellos desean ser continuadores de la misión de Padre Pío, como lo dijo el Beato Juan Pablo II en la audiencia particular a los Siervos del Sufrimiento el 2 de diciembre del 2004: “Seguid los pasos del Padre Pío, cuyas enseñanzas tienen siempre gran actualidad; inspiraos constantemente en ellas. Como él, sed apóstoles de la oración y del sufrimiento. La oración ilumina el corazón y lo dispone a aceptar el sufrimiento; el sufrimiento, aceptado con dócil abandono a Dios, abre el alma a la comprensión del dolor de los demás”.