
Pero, ¿por qué el sufrimiento? Cristo dio la respuesta al interrogatorio
sobre el sufrimiento y al sentido del sufrimiento. “Llevando a efecto la redención mediante el
sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de
redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse
también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo.” (SD, n. 19).

El sufrimiento es un valor. Nos lo enseñó y testimonió Jesús: para darnos
de nuevo la vida sufrió y murió en cruz.
También nosotros estamos llamados a santificar el sufrimiento, a ofrecer
nuestra vida al servicio del sufrimiento de los hermanos.
Esta es la vocación de los Siervos del
Sufrimiento. De tal forma, ellos desean
ser continuadores de la misión de Padre Pío, como lo dijo el Beato Juan Pablo II en la
audiencia particular a los Siervos del Sufrimiento el 2 de diciembre del 2004:
“Seguid los pasos del Padre Pío, cuyas enseñanzas tienen siempre gran
actualidad; inspiraos constantemente en ellas. Como él, sed apóstoles de la
oración y del sufrimiento. La oración ilumina el corazón y lo dispone a aceptar
el sufrimiento; el sufrimiento, aceptado con dócil abandono a Dios, abre el
alma a la comprensión del dolor de los demás”.